martes, 7 de julio de 2015

Como Julieta y Romero

El corazón humano de la gente
es cual una vejiga que se llena.
Echándole más aire que el prudente,
se va infle  y infle  y infle hasta que truena.

Y como el mío también es de cristiano,
se ve muy atariado y sumergido,
pues si siguen cargándole la mano,
el día menos pensado da el tronido.

Ya los ves, tus papás no se convencen
y no me dejan platicar contigo.
Está muy bien, yo no los contradigo;
pero siempre está bueno que se piensen.

Pues no pueden hallarse muchas veces
personas como yo, que sean honradas,
que sepan aguantar sus pesadeces
y que no anden con chismes ni asonadas.

Yo procuro granjiarlos cuanto puedo
y les doy la banqueta y los saludo;
pero nomás se quedan como un mudo
y me echan unos ojos que da miedo.

Y aunque vean que uno sufre y que se afana,
parece que les tiene sin cuidado.
Ya ves, ya remacharon la ventana
 y al zaguán le metieron candado.

Y de arrimarme a tu balcón no hay modos,
ni pisando quedito y sin botines,
pues sale tu mamá y avienta orines
y grita cosas para que oigan todos.

La verdad que ya yo me desespero,
y si siguen así estos asuntos,
no hay más remedio que enyerbarnos juntos,
como lo hizo Julieta con Romero.


Margarito Ledesma

No hay comentarios.:

Publicar un comentario